sábado, 21 de noviembre de 2009


De pie, miraba los tejados de París y pensaba: «No te preocupes. Hasta ahora has escrito y seguirás escribiendo. Lo único que tienes que hacer es escribir una frase verídica. Escribe una frase tan verídica como sepas.» De modo que al cabo escribía una frase verídica, y a partir de allí seguía adelante. Entonces se me daba fácil porque siempre había una frase verídica que yo sabía o había observado o había oído decir.
(París era una fiesta, Ernst Hemingway)
Meterme bien dentro de mí es una práctica antigua, pero a la hora de salir sufro. El mundo y sus rutinas, sentir el paso del tiempo, tener que levantarme y salir a trabajar, a decir 'buenos días', a comprar, todo eso, algunas veces, me llena de tedio. Tengo que entrar en ese juego si quiero existir. Qué es, de hecho, existir? no más que un fingimiento, una trampa.
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Dónde estaba yo? sentada en un banco viendo caer las hojas, esperando el invierno, subiendo a un avión, arriesgando palabras... dónde estaba cuando la vida pasó de largo y no vi que me tendían la mano?