domingo, 30 de noviembre de 2008

Cruzando el parque Vidal
memorizo rostros que transitan la lluvia.
La ciudad padece de silencio,
sus hijos la abandonan
cuando el viento azota.
Los amigos son nombres,
direcciones electrónicas que tal vez existen,
tal vez...
No saben que los árboles crujen bajo el huracán,
que la ciudad será distinta al amanecer
cuando mi madre enciende la vela milagrosa.
Mis amigos prefieren no volver
mientras llueve en la Isla.
Temen la húmeda soledad
que arrastran los ciclones.

1 comentario:

Unknown dijo...

hola me encanta ese poema algo nostalgico es cierto, pero por suerte o desgracia asi somos o nos han llevado a ser