lunes, 10 de noviembre de 2008

Siempre soñé un lugar donde sentarme, detrás de una gran ventana de cristal, y ver la vida acontecer. He vivido ese sueño varias veces. Cuando mi vuelo llegó a São Paulo, pude sentarme en el aeropuerto por horas –una tela de vidrio en medio- y los aviones iban y venían en ese sueño real mientras yo degustaba un café y un periódico en otro idioma. Mi sueño, mi pequeño deseo se cumplió, pero nunca he sentido una sensación de placer igual a aquella de cuando lo imaginaba. En el instante de su realización otro deseo surgió, la urgencia de otro lugar ya me hacía falta.
(terminado en 16 de julio de 2008, Aracaju, Brasil)

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Es bello cumplir los sueños y más aún que estos se renueven.

Me gustan las imágenes que regalas en este pequeño texto.

(Muchas gracias por tu visita y tus palabras, me encantará volver a verte por allí)

Besos,
Paco.

Unknown dijo...

Uno nunca está completamente satisfecho, pues la felicidad siempre encuentra un lugar más lejos donde esconderse de nosotros. Por eso estamos siempre buscándola en nuestro largo viaje, viviendo como nómadas en nuestros propios sueños...