lunes, 23 de febrero de 2009

A propósito de un poema de B.Y.

Vamos a imaginarnos que estamos sentados en un
cafetín de artistas en París, en la margen izquierda del Sena…
(Blanche Dubois en Un tranvía llamado deseo)


No la vimos pasar.
Estábamos en aquel cafetín
acechando una barcaza río abajo.
No vimos las sucias ropas,
sus lágrimas marcadas en el rostro
cual azotes.
Solo un grito perdido en la muchedumbre
y algún tranvía a lo lejos
pudieron herir la quietud del atardecer.
Mas no sabría decir que algo rompiera el instante.
Absortos ante el espectáculo del Sena
cualquier tragedia hubiera sido una fría postal
observada al descuido
u otra efímera obra de nuestra imaginación.

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